Después de una guagua, un avión, un tren y un taxi, llegué de Tenerife al vicerrectorado de Córdoba. Fue hace ya casi 2 meses, a finales de noviembre de 2022, pero me gusta analizar los eventos con la perspectiva del tiempo, así no están influenciados por el calor del momento (traducción: no había tenido tiempo).
No fueron buenas las experiencias de los anteriores congresos/jornadas (de otras materias) a los que había asistido últimamente, así que estaba bastante desanimado y me lo pensé mucho. Algunos de esos eventos son muy resonados a nivel nacional, pero cuando más de la mitad de lo que ofrecen son, o bien discursos de captación de clientes, empleados o inversores por un lado, o bien puro entretenimiento por el otro, a mí no me llegan. Me tomo muy en serio invertir ese tiempo y dinero, especialmente cuando tengo la suerte de trabajar en una empresa que siempre ayuda con ambos para la formación continua de su equipo.
A un congreso quiero ir a trabajar, a abrir horizontes, conocer gente interesante, llevarme tarea a la oficina. Y si encima es en Córdoba, aprovechar luego las noches y el fin de semana para visitar el centro histórico, los patios, la Mezquita (un saludo a Cristina, mi guía), Medina Azahara (otro saludo a Elena, mi guía), y, por supuesto, los bares (un saludo a mis contertulios del congreso). Claro que sí, que una cosa no quita la otra. Hasta un partido de futbol me vi, que era el Mundial, puestos ya a darle una segunda oportunidad a temas que me habían dejado de interesar ;-P.
La organización y el trato fueron inmejorables. Ya quisieran otros eventos con (seguro que) muchísimo más presupuesto tener un resultado así. Los miembros de R Hispano y los compañeros de R Córdoba que estaban ahí al pie del cañón derrochan ilusión y buen rollo. Tan buena gente que (casi) no hicieron bromas al integrar a un ingeniero informático entre matemáticos, científicos de datos, analistas de riesgos, físicos teóricos, ¡periodistas!, y un sinfín de disciplinas dispares que solo R es capaz de aunar en un evento.
Quiero resaltar tres de las sesiones:
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Espectacular la ponencia de Dominic Royé sobre visualización de datos con R. ESO es visualización de datos. Qué mimo, qué buen gusto, qué poder de llamar la atención saliéndose de todos los cánones aburridos y demasiado manidos de representar gráficamente la información. Toda una inspiración para los planes de futuro de Frogtek Analytics.
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También me sorprendió especialmente el taller de «R a alta velocidad», donde me dieron la primera clase seria de estadística después de 20 años desde la última. Bueno, seria lo que se dice seria, no fue, sino ilustrativa y útil desde el enfoque del humor, que es como mejor entra la estadística (siento no recordar el nombre de las ponentes, no aparecen en el programa).
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¡Ah!, y también la ponencia que di yo, , que siendo mía lo que me llevé de allí fue la gratificación de ver el interés que siempre despierta contar el modelo de negocio de Frogtek, y la aprobación y la infinidad de preguntas que suscitó el enfoque que tenemos para resolver con R la parametrización personalizada de los requisitos de cada uno de nuestros clientes. Generar paneles Shiny de forma dinámica, con un sistema de integración continua que asegure que todo vaya bien de forma desatendida, hace de puente entre la ingeniería del software (mi campo) y la utilización de R y Shiny para la visualización datos (la audiencia), por eso entendí que era un tema interesante para contar allí. Y, por qué no decirlo, ver una aplicación práctica de Shiny por una empresa privada con ánimo de lucro (aunque Frogtek también sea social) rompe un poco con la monotonía habitual de verlo utilizado únicamente en los campos de la docencia y la investigación.
Muchas gracias a Blanca por la foto, me llevo un precioso recuerdo.
Y qué mejor forma de acabar un congreso de R que visitando uno de los cuatro patrimonios de la humanidad de Córdoba, y encontrando, inesperadamente, una R grabada en uno de sus capiteles (‘R’ == ‘restaurado’). Ya saben, visita obligada también para todos los amantes de R.
Nota final: Xavi de Blas, por tu culpa (o gracias a ti), ya nunca miraré el logo de R con los mismos ojos inocentes…