El resumen es sencillo: lo pasamos muy bien.
Es toda una satisfacción ver como la gente responde ante eventos de estas características, y se puede juntar a 3o personas con ganas de aprender un sábado entero. Sebastián fue el maestro de ceremonias perfecto, proponiendo distintos retos cada vez más complejos e imaginativos. Creo que el que más gustó fue lo de hacer ping-pong programming en silencio.
También fue divertido contar con las dos programadoras más jóvenes de todas las localizaciones de este Global Day of Code Retreat y ver cómo alternan los pomodoros con el juego de la goma.
Os dejo un par de fotos del evento.
Hasta la próxima!